13 dic 2007

El Gran Carnaval, sensacionalismo hecho tragedia




CONSIDERACIONES INICIALES: Estamos ante una película bastante dura, y no es de extrañar que no sentase muy bien en la América de los cincuenta ante el mal lugar que deja al periodista y, sobre todo, a la condición humana. Esto ha sido una constante a través de los años, ya que su exhibición televisiva ha sido muy limitada durante las décadas. Supuso el primer fracaso estrepitoso en la carrera de Billy Wilder, que se hallaba en la cúspide cinematográfica tras haber filmado Sunset Boulevard (El crepúsculo de los dioses), una de las más geniales obras metacinematográficas que nos ha dado el séptimo arte.

La trama no es muy complicada, y nos presenta a un periodista, otrora de renombre, relegado a un pequeño periódico local que está ante la ocasión que buscaba: un hombre ha quedado atrapado en un túnel y él, con el consentimiento del sheriff y los que le rodean, prefiere no liberarlo para montar un circo mediático a su alrededor. Esto le permitirá recuperar el prestigio periodístico perdido, pero acabarán por surgir complicaciones fatales. El cine de Wilder nunca deja relajarse al espectador, y este filme no iba a suponer una excepción.



EL PERIODISTA Y SUS TÉCNICAS: El personaje interpretado por Kirk Douglas es un periodista sin escrúpulos (Chuck Tatum, a efectos ficcionales), y no duda en ser egoísta, maquiavélico, manipulador e inmoral para conseguir su propósito. No le importa absolutamente nada, y la vida humana del hombre atrapado, Leo Minosa, es pisoteada por Tatum; éste, hábil manipulador de personas y de masas, convence a los allegados al caso de que todos podrán sacar tajada si se alarga la situación agónica de Minosa en lugar de rescatarle con relativa facilidad. Por poner tan solo un ejemplo, el sheriff se erigirá en héroe local y afrontará las próximas elecciones con mucho terreno ganado. ¿Y es este tipo de personas el que ha de salvaguardar el bienestar de sus convecinos? A esto, por ejemplo, nos referíamos en el primer párrafo respecto a la mala acogida social de la película en Estados Unidos.


Tatum utiliza las técnicas sensacionalistas más dispares para lograr atraer a gente de cada vez más lejos y acabar montando un auténtico circo mediático con atracciones de feria incluidas. El método de Tatum responde a las consignas principales del sensacionalismo, ya que busca conmover al público con la estimulación de masas por medio de un hecho desgraciado. El énfasis en lo personal de Leo Minosa, su situación mediante partes médicos y medidas declaraciones del indeseable Tatum, es lo que provoca que el gran público ponga en funcionamiento los inconscientes mecanismos de empatía hacia el perjudicado, que es lo que provoca que gente de todos los lugares de Estados Unidos se acerque al lugar de la noticia.
Otra de las técnicas del sensacionalismo implica la manera de tratar la situación por parte de Chuck Tatum prorrogando la agonía de Minosa y pidiendo cobrar por día de información; ésta no es otra que la serialización para aprovechar el suspense. Podríamos hablar de otras aportaciones más personales que hace Tatum para evitar que se rescate a Minosa, como el hecho de desacreditar a un anciano minero que comentaba en la radio sus años de experiencia y la fácil solución que podría darse al caso. O la habilidad de Tatum para ganarse la confianza del hombre atrapado y así saber aspectos de su vida privada; de este modo se entera de que la relación de Leo con su esposa no es la mejor posible, y se aprovecha de ese dato para acercarse a ella.


Sin embargo, no todo en la película es tan negativo para la condición humana. El director del pequeño periódico local de Albuquerque (Nuevo México) en el que trabaja Tatum, Jacob Q. Boot en la película, es su antagónico respecto a los métodos periodísticos utilizados. ¿Y qué mejor prueba de ello que el cartel que aparece en la redacción del periódico, en el que se puede leer “TELL THE TRUTH” (decid la verdad)? Esto habla muy a las claras de la honradez de esa redacción, personificada en su director. Y si algo hace Chuck Tatum es mentir; miente continuamente cuando habla a los de fuera del buen ánimo del hombre atrapado ahí abajo, destrozado física y psicológicamente según avanza el metraje de la película. Boot, el director, tiene varios enfrentamientos con Tatum. Así, a media película le felicita por sus artículos pero le acusa de sus técnicas, como el hecho de compincharse con el sheriff. Le reprende porque no le importa aliarse con quien sea (el maquiavelismo que se apuntó) con tal de alimentar la curiosidad humana, y por su culpa Leo Minosa sigue atrapado. Califica todo eso como un “juego” que el propio Tatum ha montado, y éste le dice a Boot que deja de trabajar para él: hay otros directores de periódicos interesados en la parafernalia creada.



EL TÍTULO CASTELLANO, PROBLEMA MAL SOLVENTADO: Como es evidente, el director Boot está en contra de toda esa telaraña mediatizada que provoca Chuck Tatum, a la que se puede denominar de distintas maneras. El “carnaval” al que se refiere el título no es sino otra más de las fechorías traductoras de la época franquista (y posterior) en España. Su título anglosajón original fue “Ace in the Hole”, lo que en español podríamos llamar “un as en la manga”, referido a la argucia del personaje de Kirk Douglas para volver a la cima periodística. Sin embargo, y ante la mala acogida popular, la Paramount cambió el título a “The Big Carnival”, traducido literalmente al castellano sin tener en cuenta que “carnival”, en inglés americano, es parque de atracciones, y no carnaval. Esto se refiere al parque de atracciones que se ve en la última parte de la película como parte de todo lo que se ha montado alrededor del pobre Leo Minosa, con una noria como atracción principal si mal no recuerdo. Además, como en los parques de atracciones, hay un tren directo al lugar. Por tanto, la palabra “carnaval” habría que matizarla y ser riguroso en el tratamiento del término, que adquiere todo su sentido si realizamos una mínima investigación sobre el origen.


CONCLUSIÓN: La película, siendo una sátira brutal del sensacionalismo, no lo es menos de la sociedad que alimenta estas prácticas, dando a Tatum el papel de manipulador atroz, pero a las masas un trasfondo de marionetas de este periodismo, consumiendo carnaza. Y es que parece bastante triste que un programa como “el tomate” tenga más audiencia que el telediario, entrando en un círculo vicioso del que es muy complicado salir, ya que el público parece demandar un periodismo inmoral. Bien es cierto que el morbo y la curiosidad son parte inevitable de la conducta humana, pero ello no ofrece un cheque en blanco para este tipo de periodismo. Ya se sabe que hay un punto donde acaban los derechos de una persona y empiezan los de otra, pero parece que a menudo esto se olvida por parte de determinados periodistas. Asimismo, ya he planteado que el juego del periodista metido a jurado popular es peligroso, porque la prensa tiene mucho poder sobre las masas, especialmente sobre los sectores menos preparados para discernir una verdad de una potencial mentira.

1 comentario:

Brian Grant dijo...

Me permito iniciar (y terminar ¿?) los comentarios diciendo que los próximos artículos serán uno sobre las impresiones del primer mes y medio de NBA, ahora que he podido ver jugar a los 30 equipos, que colgaré el domingo (una conferencia) y lunes (la otra), ya que es un poco amplio.

La semana que viene intentaré ver alguna película actual para hacer la crítica, a continuación una amplia previa del Barcelona-Real Madrid del fin de semana del 22 y 23 y un repaso a lo que nos ha dado el año en música, primero, y cine, después.

Aprovechando los torneos infantiles navideños colgaré un artículo sobre la cantera del F.C. Barcelona, y no faltará tiempo para comentar cotillones pasados y el que nos sobrevuela las cabezas.

Espero cumplir con el calendario, y si no es señal de que me lo estoy pasando demasiado bien-