11 ene 2008

Copa del Rey, una competición en la UVI

Semana de Copa del Rey en España. Todos los equipos de octavos, por primera vez en muchos años, son de Primera División. Sin embargo, la competición no despierta apenas seguimiento entre los aficionados, con campos semivacíos y pasotismo general ante los resultados de los equipos; es un hecho que da bastante pena si tenemos en cuenta las competiciones coperas inglesas, que podemos seguir por televisión y despiertan un interés elevado en Inglaterra.

Muchos hechos podrían señalarse para dar con la clave de la situación de nuestra competición del K.O., pero podríamos resumirlos en unos bastante sencillos de enumerar, pero que la Federación parece ignorar totalmente.

  • El poco seguimiento que puede tener el aficionado por la competición, tanto en el campo como en la televisión. Empezaremos con el tema televisivo, que tiene tela; Audiovisual Sport, llámese Sogecable, llámese Digital+, tiene secuestrada una competición en la que hay que gastarse 12 € para ver cualquier partido hasta semifinales. Sí, un Barcelona-Alcoyano, de dieciseisavos de final, con un resultado en Alcoy de 0-3, cuesta 12 €; ¿es lógico? No lo debería comprar nadie, ni el peñista más forofo. Y es que, salvo algunos partidos que dan ciertas autonómicas, no hay opción de ver partidos de Copa "gratis" hasta la final, y eso perjudica enormemente a la competición. A eso se le añaden los horarios (también impuestos por los taquillazos televisivos), con partidos a las 10 de la noche en días de diario, y hace que los niños y personas que madrugan tengan prácticamente imposible acudir a los estadios. Parece hecho a propósito, pero todo va encaminado a que los aficionados "pasen" de la competición.
  • El formato, acertado durante unos pocos años con primeras eliminatorias a doble partido, con grandes cayendo en campos de 2ª B, con muchas sorpresas y pocos equipos de postín en las semifinales y final. Quizás eso perjudicaba el seguimiento de la final, pero la verdad es que dotaba al formato de un interés elevado. Ahora hay muy poco lugar a la sorpresa, y esa previsibilidad también se paga en forma de pasotismo del aficionado medio.
  • El premio al ganador. Muchos equipos que pasan apuros en la liga para lograr el objetivo se dedican a "tirar" la competición copera. Se limitan a alinear a todos los jugadores del filial que pueden (creo que la normativa actual los limita a cuatro) y todos los suplentes que menos hayan jugado. ¿Compensa estar jugando tantos partidos, con el desgaste que ello supone? Además, el que gana la Copa tiene plaza en UEFA. Deberían plantearse dar una plaza de Champions, sacando de Champions al cuarto en liga. Así, equipos que normalmente tienen problemas para entrar en Champions se volcarían en la Copa para intentarlo. Los Atlético de Madrid, Villarreal, Valencia, Sevilla, Zaragoza, Espanyol... mostrarían un compromiso inaudito porque, además de un título, al año siguiente podrían jugar contra los mejores equipos del continente. Es el incentivo que necesita la competición.
  • Continuación casi de la anterior, los jugadores participantes. La Copa es un banco de pruebas para muchos entrenadores, y juegan muchos hombres que no tienen ningún ritmo de partidos. Alguien podría decir que en las espectaculares copas inglesas pasa lo mismo, con la salvedad de que allí los reservas tienen una liga y no carecen de ritmo de partidos. ¿Alguien que viese la exhibición de los jóvenes y suplentes del Arsenal en varios partidos de Carling no sintió sana envidia de la competición? En cambio, aquí hay porteros que no juegan nada más y cantan estrepitosamente, defensas sin ritmo que entregan goles, etcétera.

También he escuchado que la Copa del Rey debería ser como en el baloncesto, en una semana o dos que se suspendiera la competición en Primera y jugarla a partido único los dieciséis primeros clasificados mediante eliminación directa. No creo que fuera factible en primer lugar, porque equipos modestos se rebelarían, ya que la Copa es la salvación de muchos que quedan emparejados contra equipos de Primera que les proporcionan buenas taquillas. Y además, se perdería la esencia de una competición de gran longevidad y tradición; las ventajas, tampoco desdeñables, sería una mejora en las apreturas del calendario y mucho tirón ante el aficionado, con guerra televisiva por emitirlo. No lo veo a medio plazo.

Por tanto, de la Federación Española y sus dirigentes depende conseguir que este torneo vuelva a ser emocionante, arrastrar al aficionado y ocupar de nuevo el lugar que merece.

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